lunes, 11 de junio de 2012

Comedores escolares: ¿inclusión o imposición?

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¿Cuánto de cultural es nuestra forma de comer?¿Cuántas actividades se ven afectadas?¿Es lo tradicional conveniente por que siempre fue así? Estoy pensando en los comedores escolares, en el hecho de comer en la escuela o fuera de ella, y en la polémica surgida estos días en torno al tupper en la escuela. 

Veo muchas exageraciones, muchas visiones parciales, y mucha falta de perspectiva. Y quiero aportar mi granito de arena. Como muchas sabéis, he "invertido" mi último año en Estados Unidos. Mis hijos varones han estado escolarizados allí todo el curso. Me gustaría contar cómo funciona el sistema en lo que se refiere a la alimentación y la escuela, y destacar algunos aspectos en particular de todo ello, siempre relativos al sistema público. Podéis sacar vuestras propias conclusiones.

1. Los niños y niñas pueden hacer dos comidas en la escuela: el desayuno y el almuerzo. La primera es opcional, y la segunda ocurre, obligatoriamente, en el centro escolar (hasta los 14 años por lo menos). El transporte (que es universal) garantiza que los escolares lleguen a la primera de ellas. 

2. En ambas comidas, existen los programas de gratuidad (free lunch) y de precio reducido (reduced lunch), para niveles de renta bajos y medios, respectivamente. Para poner un ejemplo: nosotros, con el salario de un profesor titular de universidad español de antigüedad media declarado (no certificado) disfrutábamos de comida subvencionada, y pagábamos 40 céntimos de dolar por comida. En este enlace podéis ver tanto menús como precios. La comida más cara cuesta 2 dólares.

3. El tiempo para el almuerzo del mediodía oscila, siendo un poco más largo para los más pequeños, en torno a los 30 minutos. No cabe todo el mundo a la vez en la cantina, y por tanto, cada curso come a una hora distinta alrededor del centro del día. No hay un recreo después, porque no hay que esperar a nadie, y porque la comida es ligera. Pero es un rato de descanso adicional al recreo (que solo existe en la escuela elemental).

4. El modelo es el de autoservicio: los niños y niñas llegan a la cantina con sus profesores y profesoras; unos se ponen en la línea de bandejas, las empleadas les van sirviendo/cobrando, y con su bandeja se van a las mesas a comer; otros han traído su comida de casa en su "lunch box", y se sientan a las mismas mesas; los y las docentes se sientan en una mesa desde la que ven el resto de mesas y pueden dar indicaciones al alumnado si es necesario. Cuando acaban, vuelven a sus clases pasando por el servicio para lavarse las manos. 

5. En la escuela primaria (hasta 5º EP) las familias pueden ir a comer con sus hijos e hijas siempre que lo deseen, incluso diariamente. Pueden comer la propia comida de la cantina, pagando un poco más (menú de adultos). En la escuela secundaria (hasta 2º ESO) no estoy segura de si se puede hacer o no, aunque sí tengo la certeza de que a mi hijo no le gustaría nada que yo tratase de comer allí con él...

6. La comida no es especialmente saludable, y en esto sí hay polémica (se debate incluso en el Congreso) aunque siempre hay opciones: no se ofrece una sola posibilidad, sino varios menús, y platos adicionales, como chips, fruta, leche, galletas, pero además uno puede llevarse lo que quiera   en su paquetito para el almuerzo.

Como podéis observar, el sistema es bastante sencillo y coherente. Para mí hay que destacar un par de cosas:

- la libertad en cuanto a lo que se come no tiene relación con el nivel de ingresos, porque la política de subvención de la comida es verdaderamente inclusiva y extensiva; en mi opinión quedan absolutamente salvaguardados los derechos de los niños y niñas a comer razonablemente, con independencia de su condición socioeconómica, y los de sus familias, puesto que toda la diversidad en cuanto a alimentación es admisible, al permitirse que cada persona pueda llevar su propia comida. De alguna forma, se reconoce la mayoría de edad de las familias para alimentar a sus hijas e hijos de acuerdo con su propio criterio o creencias, si en su escala de valores esto está tan arriba como para renunciar a la comida virtualmente gratuita que ofrece la escuela. Se reconoce tácitamente que la alimentación "general" es la del grupo cultural dominante, y las motivaciones religiosas o de otros sistemas de creencias u opciones no se consideran a la hora de elaborar los menús: no hay religión en la escuela, y punto (sobre esto podríamos hablar largo y tendido...)

- durante el acto de almorzar, el alumnado sigue estando inmerso en la jornada escolar, y aunque es la comida menos importante del día, siempre, a lo largo de su vida, será una comida social y tendrá lugar en su lugar de trabajo. Creo que esto merece una reflexión... El desayuno y la cena permanecen bajo la "jurisdicción" de la familia, y se acepta, en la escuela elemental, que también lo sea el almuerzo, pero en el recinto escolar previsto: la cantina. Nuestros comedores pueden ser un infierno, lo sé, pero creo que el tiempo (2,5 horas) y las subcontratas (la ausencia de docentes) son la causa. 

- las preocupaciones sanitarias, que están detrás de algunos de los argumentos leídos en este artículo de El País, no parecen ser prioritarias, ni un problema. Sé que en muchos centros no se tolera la entrada de productos con frutos secos, pero el resto de cuestiones, como la existencia de neveras, o de microondas, no dejan de ser excusas. Ni cuestan tanto dinero, ni son imprescindibles para hacer una comida ligera en el centro escolar. 

En resumen, existe una limitación cultural (platos copiosos al mediodía que emulen la comida della mamma, y sus maneras también); una económica (la comparativa entre el precio de la comida de comedor y el salario medio o mínimo en ambos países es demoledora); y una sindical (la vieja reivindicación de maestros y maestras de no tener nada que ver con el comedor, aunque recordemos que su salario es, aproximadamente, la mitad, para una jornada semejante).