sábado, 15 de marzo de 2008

La primavera ha llegado....

Me contagio con esta explosión de vida, porque yo misma soy materia viva, todas mis células responden al calor del sol. Me quedo extasiada mirando los brotes verdes en las ramas de los árboles, que se yergen verticales hacia un cielo de un azul increíble...el cielo azul que contrasta al fondo, azul brillante de las mañanas de primavera. Sólo una raya blanca de queroseno quemado lo atraviesa de parte a parte... Camino a orillas del Sadar, a enfrentarme a un incierto destino laboral, y mis pilas se cargan con esta imagen pletórica de energía, llena de magia. El Sadar estará, seguro, tan sucio como siempre, pero las hierbas recién crecidas en las márgenes tapan la mugre con su brillo de verde nuevo, y hasta una pareja de patos ha anidado en la orilla...
La naturaleza tiene una belleza primigenia, que conecta de una forma salvaje con algún rincon ancestral de nuestra mente, que nos arrastra en su explosión de vida y nos sobrecoge, imponente, desatando este éxtasis atávico que tan fácilmente se confunde con espiritualidad, y que no es más que la pura esencia de la biología...

viernes, 7 de marzo de 2008

Los siete secretos, los siete enanitos...

Siempre he pensado que el márketinG es la gran baza del catolicismo. En los tiempos iniciales del yavehísmo y, después, del cristianismo, no había multimedios, pero quién no se engancharía a un spot con el mensaje tipo “Los 10 mandamientos” o “Perdonarás no 7, sino 70 veces 7”, o bien “Levántate y anda”, y una larga plétora de impactantes mensajes de este pelo. Si añadimos a esta secular inclinación el apoyo incondicional de Hollywood, pues... ¿qué queréis? ¡Cerca de medio mundo está rendido a sus pies!

Pero, sin duda, el ejemplo por antonomasia de este contubernio entre la Publicidad y el Catolicismo es el de “LOS 7 PECADOS CAPITALES”.

Aunque poco a poco entraré en cada uno de ellos en detalle, el conjunto merece un análisis por sí mismo. ¿Cómo se puede pretender que el personal renuncie a los placeres más intimos y miserables? ¿Cómo es posible que se pueda vender un pack promocional con ese slogan?

Pack “7 PECADOS AZUL”:

- No follar!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

- No comer

- No cabrearse

- No tumbarse a la bartola (en todos los sentidos)

- No sentirse mundial, viendo el fútbol y con el palillo entre los dientes

- No poner a caldo al vecino porque se ha comprado un audiquetecagas

- No salir del bar para verlo justo cuando te tocaba pagar la ronda

- No mirar a la perica que va en el asiento del copiloto

Pack “7 PECADOS ROSA”:

- No follar

- No COMER!!!!!!!!!!!!!!

- No cabrearse

- No ir a la peluquería a que te laven la cabeza, o no tumbarte en la playa a tomar el sol toda la mañana

- No mirar a la de la sombrilla de al lado, metiendo tripa y diciendo “está mucho más fofa que yo”

- No sofocarse mirando a su marido, que va marcando con su speedo

- No darle la crema solar de hace 5 años, caducada, en vez de la nueva, cuando te dice que se ha olvidado la del niño, a ver si no te tienes que comprar otra a mitad del verano

En fin, no se si os hacéis una idea pero el pack se vende mucho mejor que cualquier promo de Movifone. Eso sí, luego nadie se acuerda de dónde lo guardó... AH! Sí! Lo dejé debajo del pack Arrepentíos, pecadores!

Para terminar, me gustaría que os hicieseis la siguiente reflexión: entráis en una panadería – pastelería – pija de la muerte, donde una chíca sosísima, vestida de gris, y un joven todo de negro y un punto afeminado te asaltan en plan promotor cuando te acercas a la estantería donde están los super donus bonbón de chocolate negro, y te dicen: si te interesa, puedes llevarte este pack con sabor a mierda y garrapiñado...¿Qué hariais?

sábado, 1 de marzo de 2008

¿Quién es más importante, tú o yo?

Tengo la mala costumbre de disfrutar con las películas ñoñas. Pero, en ocasiones, me sorprendo encontrando contenidos valiosos en algunas de ellas. Un ejemplo es la película Ponte en mi lugar (Freaky Friday). La madre (fabulosamente interpretada por Jamie Lee Curtis) y la hija (Lindsay Lohan) tenían simultáneamente dos eventos muy importantes en sus respectivas vidas, y las visiones eran tan diferentes... Para la madre era evidente que su “suceso” – se casaba por segunda vez - era importante a nivel familiar, y por supuesto que lo era, pero no dejaba de ser algo personal. Sin embargo la hija tenía claro que su asunto (un concierto que iba a dar el grupo musical en el que tocaba la guitarra) era personal, sin ningún género de dudas para ella; pero a diferencia de su madre, percibía con claridad el conflicto de intereses, y la imposibilidad de competir con la boda de la madre.

Toda esta trama me hizo pensar en lo difícil que nos resulta aceptar que nuestros hijos SON realidades diferenciadas de nosotros, aunque el despegue empieza muy pronto, cuando van a la escuela por primera vez, o cuando tienen los primeros amigos que no son hijos de tus amigos... sólo son los primeros síntomas de un proceso que continúa a lo largo de toda su vida, y de toda nuestra vida: el proceso de hacernos personas, con nuestros propios intereses y convicciones, nuestras propias ideas sobre lo que está bien y lo que está mal, nuestro propio camino para ser mejores... A los padres (ahora somos nosotros) nos queda apoyarles durante el camino, enseñarles valores como la tolerancia o el respeto o la comprensión o el amor y la amistad desinteresados, TOLERANDO, RESPETANDO, COMPRENDIENDO Y AMANDO a nuestros hijos enteros.

Esto quiere decir que, cuando tratamos de imponer nuestro criterio, no tratamos de imponer lo Correcto, lo Bueno, la Verdad – que sabemos de sobra que no son objeto de imposición -, sólo se trata de algo que nos parece importante, que nos afecta, que deseamos... nuestras verdades, con minúsculas. Sólo se trata de un conflicto de intereses. Si somos capaces de recordar, en esos momentos, que están aprendiendo a volar por si mismos, exactamente como les hemos enseñado, entonces veremos que en realidad, sus intereses son también los nuestros ...

Y, por cierto, en cuanto a lo Correcto, lo Bueno, la Verdad... no necesitamos imponerlo, nuestros hijos ya conocen nuestra posición ante la mayor parte de las situaciones en que nos pone la vida, y posiblemente se esfuerzan en entenderla, pero no siempre estarán de acuerdo, no siempre compartirán nuestro punto de vista, precisamente porque muchos de nosotros nos hemos esforzado por que busquen y encuentren sus propias claves para interpretar la vida.